GNOMEOS

Con el lanzamiento de KDE Plasma 5.20 hace un par de días pude leer tanto en la noticia que publicamos aquí en el blog como en otros sitios a gente quejándose por haber sufrido problemas con la actualización en KDE neon, la distribución oficial del proyecto KDE y la primera en soltar siempre los paquetes de cada nueva versión del software de KDE que se lanza. Y cuando digo todo, es todo: bibliotecas, escritorio, aplicaciones, más aplicaciones…

Con respecto a los problemas que padeció más de uno, solo puedo agregar que son cosas que pasan. Lo saben los usuarios de KDE neon, de cualquier otra distribución Linux, de Windows, de Mac… En ocasiones puede ser incluso culpa del usuario, porque ha tocado lo que no debía. Sea como fuere, son problemas que en el menor de los casos causan una molestia y en el peor quién sabe. Dicho lo cual, no ha sido esa mi experiencia.

Y tengo experiencia, tanto con Linux en general como con KDE neon en particular, que es de lo que vengo a hablaros hoy… más o menos. De hecho, tengo pendiente un artículo sobre KDE neon -que no es este- desde hace mucho tiempo. Desde la primavera de 2018, para ser más exactos, que es el plazo aproximado que me marqué para comentar qué tal me había ido mi hibernación en KDE neon… en la que todavía sigo inmerso.

Es como lo cuento: aunque utilizo muchas otras distribuciones y escritorios, mis dos equipos principales funcionan con KDE neon y así van a seguir hasta no sé cuándo, porque la experiencia a rasgos generales está siendo fantástica. El porqué os lo podéis imaginar: me encanta KDE, tenerlo todo bien actualizado es genial, el mantenimiento de la distro con Jonathan Riddell a la cabeza es impecable…

Y luego está la base LTS de Ubuntu, que me ofrece compatibilidad con una gran cantidad de software, estabilidad y soporte extendido, pero también la actualización regular de componentes como el kernel y los controladores gráficos. Es lo más cercano al nirvana linuxero que he encontrado en todos los años que llevo usando este sistema, y conste que mi experiencia ha sido casi siempre muy buena, ya sea con openSUSE, Arch Linux, Kubuntu o la propia Ubuntu, que son las distros que más he usado.

Pero la combinación que provee KDE neon me tiene encantado, la verdad. Lo único que echo en falta es poder actualizar determinadas aplicaciones sin caer en Snap o Flatpak, pero tampoco es algo que me afecte en exceso. Por todo esto que os cuento, considero que si existiese un GNOME neon sería igualmente genial y no hay otro modelo que se compare, por más que se acerque.

En ocasiones nos hemos referido a Fedora como GNOME OS por la excelente implementación que tiene el escritorio en la distribución comunitaria de Red Hat, habida cuenta de que muchos de los desarrolladores de GNOME y Fedora trabajan para la compañía. Sin embargo, las diferencias con respecto a KDE neon son evidentes y la principal es que el escritorio no se actualiza cuando toca. Y tampoco veo en las rolling release el mismo tipo de experiencia.

Quizás algo como Fedora Silverblue sea viable en un futuro, y ahí está Endless OS para demostrarlo en presente, pero mientras que el enfoque con OSTree es muy interesante, la dependencia de Flatpak me aterra, qué queréis que os diga. Así que lo más similar a KDE neon en variante GNOME, atendiendo a las circunstancias propias del proyecto, podría basarse en CentOS Stream.

Pero ya no divago más, porque lo cierto es que GNOME OS existe, a pesar de que aún no se parezca en nada a ese sistema ideal al que me refiero en esta entrada. ¿Y si llega a serlo? No suena plausible, debido a las «circunstancias propias del proyecto» a las que acabo de hacer alusión -recordemos la polémica con la que se estrenó KDE neon…… y KDE no tiene la dependencia de GNOME-, pero tal vez las cosas cambien más adelante.

Por otro lado, esta idea se puede trasladar a cualquier otro escritorio de Linux, pero ya que es uno de los grandes el que la ha materializado, mi reacción normal suele ser aplicársela al otro.

 

Fuente: muylinux

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