Hace un par de semanas que se anunció KDE Neon, un nuevo “proyecto” del proyecto KDE, valga la redundancia, que por un lado ha generado críticas y suspicacias, por el otro justificaciones totalmente contraproducentes. Así que yo me voy a posicionar en medio diciendo que KDE Neon, siendo innecesario, puede resultar interesante y en ningún caso peligroso.
Quien haya revisado el anterior enlace habrá observado que la entrada arranca mencionando el quid de la cuestión, y es que en el momento de redactar la nota no entendía por qué no se referían a KDE Neon como a lo que es, una distribución GNU/Linux con todas las letras: basada en Ubuntu LTS pero manteniendo el entorno de escritorio Plasma y sus herramientas y aplicaciones actualizadas; o como también comenté, como Kubuntu LTS con los backports activados. Ni más, ni menos.
Pues hasta por si es o no una distribución hay polémica. Jonathan Riddel, anterior y veterano líder de Kubuntu ahora a la cabeza de KDE Neon, insiste en hacer malabares con las palabras y llamarlo “proyecto”… y ambas definiciones sirven, claro. Pero es que ya hay desarrolladores de KDE que han hablado de ello en los términos precisos sin que se acabe el mundo.
Sí, KDE Neon una distribución; y hasta que no salgan otras, será no una, sino la distribución propia del proyecto KDE. Porque no hay más. ¿Significa esto que el entorno de escritorio va a dejar de ser ‘distro-agnóstico‘, que solo los usuarios de KDE Neon disfrutarán de la mejor experiencia, etc? Evidentemente, no. Sin embargo, da la sensación de que es un miedo que sigue acechando a parte de la vieja guardia linuxera.
Fiel reflejo -que no el único o el primero- de lo anterior es el artículo que Bryan Lunduke le dedicaba al asunto en Network World la semana pasada (en los comentarios responde Jonathan Riddel echando balones fuera). ¿Por qué una distro propia tiene que ser “una idea terrible, o simplemente un enorme error”? Hay que concederle que la presentación del “proyecto” no ha estado a la altura, pero más allá de eso es especular.
KDE Neon puede ser una distro redundante existiendo Kubuntu, aunque dependerá en gran parte del nivel que conserve esta última y por otro lado el concepto es interesante; pero de distros redundantes está el mercado lleno, ¿cuál es el problema? ¿Que se rompa el trato equitativo? No va a pasar. Y un buen ejemplo de cómo con voluntad no pasan esas cosas lo tenemos en Linux Mint y su Cinnamon, cada vez más popular en terceras distribuciones.
En resumen, llamemos a las cosas por su nombre y no seamos agoreros. ¿Qué opináis?
Fuente: muylinux