Ubuntu 11.04, el análisis

El pasado 28 de abril de 2011 llegaba al mercado la versión final de Ubuntu 11.04 Natty Narwhal, una distribución que ya de por sí ha marcado un antes y un después en la historia de Canonical por una decisión muy polémica: la de relegar el escritorio clásico de GNOME a un segundo plano y a utilizar por defecto un desarrollo singular. Hablamos, cómo no, de Unity.

De hecho, Unity es con mucho la característica más relevante de una distribución que no dio demasiadas sorpresas con Ubuntu 10.10 Maverick Meerkat, y cuyos usuarios se sentían (nos sentíamos) bastante a gusto con una forma de trabajar que concíamos y de la que presumíamos abiertamente.

Eso, mucho me temo, cambiará para bien o para mal a partir de esta nueva versión de Ubuntu. Unity es un gestor de ventanas -ahora lo llaman “shell”- para GNOME que en ningún caso provoca indiferencia. Yo diría más: o lo amas, o lo odias. Y el problema está en que la recepción por parte del gran público ha sido muy fría, y eso podría ser muy perjudicial para el futuro de Ubuntu.

En este análisis prestaremos especial atención a Unity, desde luego, pero también exploraremos otras áreas de una distribución que tenía una vocación: la de dar un cambio radical al escritorio para acercar aún más la informática a los usuarios noveles. Si lo han conseguido o no es algo que podremos comprobar en unos meses.

Contenidos del análisis

  • Parte 1: Introducción
  • Parte 2: Instalación
  • Parte 3: Unity (Parte 1): Una revolución llamada Unity
  • Parte 4: Unity (Parte 2): Menos es más
  • Parte 5: Unity (Parte 3): Ayudas prácticas
  • Parte 6: Unity (Parte 4): En la práctica
  • Parte 7: Unity (Parte 5): La delgada línea entre el amor y el odio
  • Parte 8: Las tripas del narval
  • Parte 9: Todo un mundo de (nuevas) aplicaciones
  • Parte 10: Un centro de software para gestionarlos a todos
  • Parte 11: Cada vez más en la nube
  • Parte 12: Conclusiones: Ubuntu 11.04 apunta maneras

 

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