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A pesar de la increíble importancia que tiene internet en nuestras vidas, todavía hay parte de la sociedad que no es consciente de que estamos a las puertas de una nueva generación de la red. De hecho, esta será el tercer paso en la World Wide Web. La primera versión, que conocimos a principios de la década del 2000, estaba compuesta por webs simples y estáticas; era meramente informativa y sin posibilidad de participación.

Con la Web 2.0, llegaron las páginas colaborativas, más dinámicas y con muchas más funciones; así conocimos los blogs y los foros y, más tarde, las redes sociales.

Blockchain como base tecnológica

Y de hecho, esta es la generación en la que nos estamos moviendo, principalmente, en la actualidad. Sin embargo, los usuarios echan en falta algo más de libertad y control sobre una red de construimos entre todos. La sociedad entiende que internet está en manos de unas pocas compañías tecnológicas que acaparan el control de gran parte de los servidores. Y, por tanto, la nueva generación de la red debería ser más democrática y descentralizada. Este es el gran objetivo de la Web 3.0. Y, para conseguirlo, quiere basarse en una tecnología innovadora y con grandes recursos: el Blockchain.

El Blockchain es como un gigantesco libro de contabilidad encriptado e incorruptible en el que se registran todas las operaciones. Esta herramienta ha servido de base para las criptomonedas (que también tenían la descentralización como objetivo; en este caso, de las finanzas). Las operaciones se registran en forma de cadena de bloques, que se van conectando para crear secuencias. Como en cada bloque que se añade se verifica toda la secuencia, se crea un registro seguro e inalterable. Además, en vez de depender de unos servidores centrales, la red pasa a estar distribuida en muchos ordenadores privados, como ocurre con el funcionamiento de las criptomonedas.   

Evolución y objetivos

Por tanto, estamos ante una tecnología que puede transformar internet, restando poder a las grandes empresas que lo tenían hasta ahora. ¿Y cuándo se dará este cambio? Bien, el proceso ya ha empezado. Ahora mismo, estamos a caballo entre las Web 2.0 y la 3.0; aunque esta transformación durará años. Seguimos encontrando las redes sociales, como principales medios de comunicación, y las webs colaborativas, como los comparadores de casino bono sin depósito, las de reseñas de productos y tantos otras. Pero también vemos más presencia de los NFT y las monedas digitales, aumentan las aplicaciones de código libre y la disponibilidad de navegadores descentralizados. La transición está en una fase bastante inicial y se espera que se complete entre 2025 y 2030. 

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La descentralización es el objetivo principal de la Web 3.0; pero, ¿cómo se refleja? Pues con una web más segura y transparente, que tiene una menor dependencia de los grandes servidores y mayores oportunidades para aportar contenidos y aplicaciones. El software libre y la inteligencia artificial permitirán una mayor participación creativa. Y el aumento de la interoperabilidad creará entornos más avanzados y sinergias innovadoras. También se reduce la intervención de los intermediarios para las transacciones económicas, lo que reduce costes en las adquisiciones y agiliza los procesos. 

Una nueva realidad

La Web 3.0 también será más accesible, pudiendo acceder desde cualquier plataforma o dispositivo. Además, es un entorno más avanzado y preparado para la incorporación de nuevos entornos, como el Metaverso y las aplicaciones de realidad virtual. También será más libre, gracias al uso de los códigos abiertos y las aplicaciones descentralizadas, y más ágil, con el uso del aprendizaje automático, el análisis del Big Data o su capacidad semántica. Y, sin duda, ganará en transparencia, dadas las características del Blockchain para crear registros seguros e inalterables.

Otro de los grandes hitos de esta nueva versión de la red es la de conferir mayor control sobre sus datos privados a los usuarios. De nuevo, la cadena de bloques participa creando registros descentralizados con mayor supervisión de cada uno de los internautas sobre su información personal; de forma que no se comparta si no se accede a ello expresamente; aunque, de por sí, la reducción de intermediarios ya consigue eliminar parte del problema. En definitiva, una nueva forma de utilizar internet, gracias a unos avances tecnológicos puestos al servicio de unos usuarios que buscan mayor libertad y democracia. 

 

Fuente: somoslibres

 

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