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De todos los interesados en tecnologías tanto informáticas como en este caso dentro del mundo de los smartphones, es sabida la polémica surgida a raíz de los cambios en la política de privacidad en la aplicación de Whatsapp. Ya vengo avisando a todos mis contactos y allegados de que es una aplicación perteneciente al círculo vicioso de Facebook (desde que la adquirieron por un gran puñado de dólares), y que espía todo lo que haces en el móvil, los contactos, la información que tienes de ellos, mensajes, contenidos, etc.… todo lo que hace el consorcio de Facebook desde hace ya mucho tiempo para luego vender esos datos a terceros y que te aparezcan un sinfín de anuncios acordes a tus gustos, estilo de vida, sugerencias que hayas comentado, sitios que hayas visitado, etc.

He de reconocer que actualmente a la mayoría de usuarios les da exactamente igual lo que hagan con sus datos, y que somos los usuarios los que tenemos que poner los límites a estas malas prácticas por parte de estas empresas, para que la funcionalidad de estas aplicaciones sea lo más transparente posible. En este aspecto hay usuarios de todo tipo y evidentemente la empresa de turno intenta captar al máximo espectro posible de ellos, y también cada tipo de usuario requiere o debería exigir unas condiciones de uso de la aplicación y unos niveles en la cesión de datos que comparte. No es lo mismo un usuario particular que usa la aplicación para compartir 4 fotografías y algunos estados, que una empresa que lanza campañas publicitarias o incluso promociones de sus productos a todos sus clientes, por lo que el segundo, estará más de acuerdo en compartir ciertos datos de su empresa porque facilita la conexión con sus clientes en aspectos como la ubicación, el tipo de negocio, etc.

Hasta aquí, no me extiendo más, una breve exposición de lo que a groso modo supone el uso de las redes sociales actualmente, y lo equivocado que está el usuario al no exigir el condicionamiento por el uso de sus datos en las mismas. Hago también mención, a que la gran mayoría prefiere que la aplicación/suite de turno sea gratuita con el consiguiente pago oculto de la venta de sus estadísticas de uso y datos personales, a pagar una pequeña contribución que sirva para el desarrollo y mantenimiento de la aplicación, con la consiguiente condición de que se libere el código de la misma para que todos podamos ver lo que hace con los datos que allí exponemos. Cuantos usuarios prefieren bien por desconocimiento, bien por pereza, antes de utilizar una buena alternativa, a tener Office o Photoshop pirateados con los riesgos adheridos en seguriad, que utilizar Libreoffice o Gimp que son gratuitos con toda su funcionalidad activada y que por una pequeña donación podemos contribuir al desarrollo, actualización y mantenimiento de los mismos.

Ahora viene el centro del asunto. Dado que no queremos que Whatsapp venda nuestro número de teléfono a cualquiera, si, ya se que se ha informado de que, por ejemplo en Europa esto no va a suceder, cosa que no me creo en lo más mínimo, decidiremos entonces “despedir” la aplicación por su mala praxis como si de un polémico trabajador que cuenta a cualquiera los trapos sucios de la empresa en la que trabaja, llega tarde todos los días e insulta en la cara al jefe que le contrató. Desinstalamos cual soldado valiente la aplicación de nuestro smartphone (ojo que alguno de ellos puede que entre en shock después de ver tanto tiempo ese icono en su pantalla de inicio…) previo aviso a todos nuestros contactos de que ya no podrán comunicarse con nosotros por esa vía.

Surge entonces un pequeño vacío, aunque evidentemente, tenemos grandes alternativas al señor oscuro, como Telegram, Conversations, Element (antes Riot), Line (aunque tampoco tiene buenas críticas), y así un largo etc, más de lo que muchos pensarían para poder comunicarnos con nuestros contactos. Pero, al igual que nosotros hemos advertido que no queremos estar obligados a utilizar una aplicación como Whatsapp, podemos encontrar usuarios y allegados que no quieran o no les interese utilizar cualquiera de estas alternativas con todo su derecho. Ahí está el vacío, tendremos que comunicarnos con ellos mediante llamada telefónica, ahora parece no tan cómoda la solución, pero si echamos la vista unos años atrás, esto era lo más normal en aquella era de la comunicación. Coger nuestro teléfono móvil y llamar a la persona interesada para hablar con el/ella de lo que consideráramos oportuno.

Yo he librado a mi dispositivo desde ayer de este menester de la comunicación desde Whatsapp, utilizo Telegram como alternativa (ya lo utilizaba desde antes), que parece que está limpio de críticas en el asunto de la privacidad, y puedo decir de momento que no se ha acabado el mundo. He tenido que hacer mi primera llamada a uno de estos contactos que aún no tiene esta alternativa y creo que tampoco él ha notado grandes pérdidas en nuestra comunicación.

Espero que más usuarios cambien de actitud con respecto a su privacidad en la red y empiecen por analizar todo lo que hay en su dispositivo móvil y abran los ojos a todo lo que se está compartiendo de su vida personal sin su consentimiento.

 

Fuente: maslinux

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