LibreOffice

Quedan unas pocas semanas para que se lance LibreOffice 7.0, la nueva versión mayor de la suite ofimática y en The Document Foundation se están enfrentando a dos problemas: encontrar la denominación adecuada para impulsar un modelo de negocio equilibrado de manera transparente y concurrente para con la comunidad, que en las últimas fechas anda un poco alborotada a raíz de ciertos cambios que no han sido bien recibidos, porque no han sido adelantados.

Resumiendo, The Document Foundation lanzó la primera versión RC de LibreOffice 7.0 el lunes pasado y lo hizo con una novedad inesperada: la etiqueta de ‘Personal Edition‘. Y saltaron las alarmas, porque si hay una ‘Personal Edition’, ¿significa que también habrá otras ediciones con diferentes características? ¿Se iba a limitar de algún modo el uso de LibreOffice? Porque ello requeriría un cambio de licencia y de distribución del software.

Fue lo que pensó más de uno y las quejas y preguntas no tardaron en llegar al seno de The Document Foundation. Y es que no es extraño que existan aplicaciones cuya edición personal, recortada en funciones, es el gancho para adquirir la edición completa, normalmente dirigida al usuario profesional o a la empresa. Es una práctica habitual en el mundo del software privativo, pero también en el mundo del software libre.

Sin embargo, The Document Foundation reaccionó rápido aclarando algunas cosas, de las cuales la más importante es que «ninguno de los cambios que se evalúan afectará la licencia, la disponibilidad, los usos permitidos y o la funcionalidad. LibreOffice siempre será software libre y nada cambiará para los usuarios finales, desarrolladores y miembros de la comunidad«, aseguraron en un comunicado.

Según lo explican, ‘Personal Edition’ será la edición corriente de LibreOffice y la razón para distinguirla con esa etiqueta es que están trabajando en una ‘Enterprise Edition’ con el foco puesto en centralizar el ecosistema de socios comerciales y los productos y servicios que estos ofrecen. Es decir, en impulsar la adopción empresarial de LibreOffice y rentabilizarla, exponen, para garantizar la sostenibilidad del proyecto.

El plan de marketing de The Document Foundation se detalla en ese informe de Italo Vignoli, miembro fundador de la sociedad y portavoz de la misma y entre sus objetivos están el «aprovechar la fuerza de la marca LibreOffice» y «encontrar el equilibrio adecuado entre el producto gratuito y el producto con soporte empresarial«. También se hace hincapié en -tanto en el documento como en el resto de comunicaciones oficiales acerca de este asunto- que la transparencia del proceso y contar con el apoyo mayoritario de la comunidad como requisitos.

Así, parece que será lo que parecía, valga la redundancia. Lo dicho: LibreOffice es cada vez más popular en la empresa, ámbito en el que el soporte profesional ofrece una oportunidad de negocio destacada, cada vez hay más compañías que ofrecen estos servicios en torno a la suite… y en The Document Foundation quieren su parte. Todo correcto, en principio. Porque en final todavía no se sabe lo que va a pasar ni cómo se va a desarrollar todo.

La dirección de The Document Foundation se reunirá este viernes para tomar una decisión al respecto o retrasarla hasta que LibreOffice 7.1 vea la luz, pues el calendario de lanzamiento de LibreOffice 7.0 se está agotando y más allá de la semana que viene no se podrán implementar cambios como el que se plantea. En cualquier caso, se termine aprobando o no, hasta que no se ponga en marcha no se verá si la estrategia, pensada para aplicarse durante los próximos cinco años, les funciona.

El informe de Vignoli, por cierto, no se reduce a hablar de esta iniciativa, sino que cuenta muchas otras cosas sobre el estado de LibreOffice como proyecto, que este 2020 cumple una década. Por ejemplo, cuenta «en torno al 68% de las contribuciones de código llegan de compañías del ecosistema«, mientras que The Document Foundation apenas aporta el 4%. El 28% restante viene de voluntarios. Sin esas compañías, apuntan, habría problemas para cumplir con las expectativas del usuario.

No lo menciona, pero es evidente que esas compañías del ecosistema de LibreOffice a las que se refieren incluyen las grandes del escritorio Linux, Red Hat, SUSE y Canonical, pero también a otras cuyo producto es el propio LibreOffice, como Collabora, que promueve su propia suite basada en LibreOffice y comercializa lo que es LibreOffice Online, aunque no se le llame así (con sus ediciones comunitaria y empresarial). Pero tampoco hay nada extraño en ello, porque la bifurcación de OpenOffice.org que dio como resultado LibreOffice y The Document Foundation, existen gracias a esas mismas compañías.

Mientras se resuelve la situación, queda la pregunta de, si LibreOffice va bien, para qué hace falta un movimiento de este calibre, ya que nada impide ofrecer una solución de soporte y centralizarla en torno a The Document Foundation con el modelo actual. Claro que puede tratarse simplemente del crecimiento orgánico y coherente de un proyecto clave en el ecosistema del FLOSS.

 

Fuente: muylinux

 

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