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Lo hemos comentado mil veces: Linux en PC es una alternativa tan solvente como cualquier otra… siempre que las circunstancias acompañen. Es decir, siempre que no se dependa de software privativo exclusivo de Windows o Mac, que no se sea un jugón empedernido de los los títulos más populares, y siempre que no surjan contratiempos críticos con el soporte de hardware.

Son tres excepciones importantes, pero cada vez más específicas. Esto es, el software apunta ahora a la multiplataforma y como servicio, y aplicaciones para Linux hay para todo lo que te imagines; los juegos han llegado a Linux con la suficiente intensidad como para satisfacer a quien pueda resistir la tentación de los triple A de turno; y el soporte de hardware no deja de mejorar y simplificarse para el usuario.

Sin embargo, hay multitud de gente ahí fuera que ni necesita software específico, ni juega al ordenador, ni utiliza hardware conflictivo. ¿Por qué Linux no es está más extendido? Falta una oferta más pulida en sus fundamentos, señala Simon Peter, desarrollador entre muchos otros proyectos del formato de paquetes portables más popular de Linux, AppImage.

En una suerte de estudio del que se hace eco Phoronix, Peter destaca los que considera los grandes problemas del escritorio Linux. Y aunque son varios, los principales se resumen en fragmentación, tanto de distribuciones como de entornos de escritorio, distribución de aplicaciones y compatibilidad de bibliotecas en nombres, rutas y esquemas de versión.

Sin duda, sería interesante observar hasta dónde se podría llegar si la oferta de Linux fuese una sola, con todos los desarrolladores de los escritorio, aplicaciones y sistema trabajando a una. Pero eso no va a pasar nunca, precisamente por lo que significa el software libre: nadie puede prohibir a otro su utilización. Además, la puerta de entrada está clara desde hace bastante tiempo, con poco que uno se informe: Ubuntu y Linux Mint.

Asimismo, por como se crea cualquier distribución Linux actual, las dependencias juegan un factor clave que ya no afecta al usuario, pero que imposibilitaría que todas las distribuciones, con sus diferencias de construcción, utilizasen una misma base.

Más lógico es el asunto de regularizar los nombres de las bibliotecas o la jerarquía del sistema de archivos, pero a estas alturas tampoco parece que vaya a suceder. No obstante, este problema además de a los desarrolladores afecta a los usuarios, que se pueden encontrar con que una aplicación no funciona porque la bibliotecas no está en la ruta que toca.

¿ Así a priori suena genial, pero… ¿no son eso Flatpak y Snap? Sí y no. O sea, son para lo que son: instalar aplicaciones puntuales, no todo el conjunto de software de usuario; y si hay dos, sobra una. La cuestión es cuál.

Pero no lo reduzcas al ejemplo de las tiendas. Piensa en formatos de paquetes, o en la jerarquía del sistema de archivos. ¿Nos quedamos con Deb o con RPM? ¿Y qué tal, ya que las diferencias en la estructura del sistema son en realidad pequeñas -pero muy puñeteras-, adoptar el modelo simplificado que propone GoboLinux? Lo cierto es que no vale la pena perder el tiempo con estas consideraciones, porque no se van a materializar.

Nada de esto se va a materializar, porque aquí nadie cede. Lo que suele pasar es lo contrario, tal y como ilustra esa viñeta de XKCD que ya es todo un clásico.

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El estudio de Peter profundiza en estas y otras cuestiones, algunas de las cuales merecerían la consideración de los gurús de Linux. Se puede ver en GitLab, donde también está colgado el vídeo de una conferencia en la que Peter lo explica todo. Pero ten en cuenta que esto es solo una aproximación al ‘problema’, y que por lo demás las cosas están mejor que nunca.

 

Imagen: Pixabay

Fuente: muylinux

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