En mi caso, probablemente con Windows 7. Desde entonces, las versiones posteriores —8.1, 10 y especialmente Windows 11— han ido perdiendo ese encanto.
Con Windows 11, Microsoft no trajo grandes innovaciones, sino que eliminó funciones útiles sin ofrecer una justificación clara. Aún hoy, algo tan simple como redimensionar el menú Inicio requiere herramientas externas.
Ahora, con el lanzamiento de Windows 11 versión 25H2, la historia se repite. Aunque Microsoft nunca la promocionó como una gran actualización, su llegada deja un sabor amargo y confirma una realidad: migrar a Linux fue la mejor idea tecnológica que tuve en 2025.
Windows 11 25H2: una actualización sin alma
Microsoft fue honesta: 25H2 no pretendía ser un cambio revolucionario. Pero incluso con las expectativas bajas, la decepción es inevitable.
Los principales cambios son, irónicamente, la eliminación de funciones. Desaparecen PowerShell 2.0 y WMIC (Windows Management Instrumentation Command-line), herramientas que muchos administradores todavía utilizaban.
En segundo plano, hay mejoras de seguridad —algo siempre bienvenido—, pero nada que emocione al usuario común. En pocas palabras, es una actualización de mantenimiento: no rompe nada, pero tampoco aporta nada nuevo.
El nuevo foco de Microsoft: la inteligencia artificial
Si Windows no está recibiendo innovación, ¿a dónde va la energía de Microsoft?
La respuesta está clara: Copilot.
El asistente de IA ha sido el gran protagonista de las últimas actualizaciones. Con funciones cada vez más integradas en Microsoft 365, Copilot se ha convertido en el centro del ecosistema. Su evolución constante tiene sentido: el negocio actual de Microsoft ya no depende de vender licencias de Windows, sino de sus servicios por suscripción y de su apuesta por la inteligencia artificial generativa.
Mientras tanto, el sistema operativo queda en segundo plano, convertido en una plataforma secundaria para acceder a los servicios de IA de la compañía.
Linux: libertad de actualización y evolución constante
Mientras Windows se estanca, Linux ofrece justo lo contrario: libertad, variedad y evolución.
Las distribuciones Linux son mantenidas por comunidades apasionadas, no por grandes corporaciones. Sus actualizaciones no buscan ingresos, sino mejorar la experiencia del usuario.
En mi caso, he encontrado un hogar en Fedora KDE Plasma, una distro que se actualiza casi a diario. Aunque eso a veces causa pequeños fallos, la comunidad responde rápido, y el sistema siempre se siente vivo y en evolución constante.
Y lo mejor es que Linux se adapta a cada tipo de usuario:
- Si quieres estabilidad total, tienes Debian Stable, que se actualiza cada pocos años.
- Si prefieres estar al día, existen opciones como Arch Linux o Fedora, con novedades constantes.
Esa libertad para elegir el ritmo de cambio es uno de los mayores encantos del ecosistema Linux.
El futuro: mientras Windows envejece, Linux florece
Windows 11 25H2 deja claro que Microsoft ya no busca emocionar a sus usuarios, sino mantener su negocio centrado en Copilot y la IA.
Por el contrario, Linux sigue ofreciendo lo que muchos buscan: control, personalización y estabilidad sin costos ocultos.
Con el fin del soporte de Windows 10 acercándose, esta podría ser la oportunidad perfecta para que más usuarios den el salto a Linux.
Porque, a fin de cuentas, la tecnología que evoluciona contigo —y no en tu contra— es la que vale la pena.
Fuente: somoslibres