La palabra disgenesia se refiere a la disminución de la influencia de la selección natural en la evolución humana, producida por la reducción de la hostilidad del ambiente mediante el uso de la tecnología. En otras palabras, se acabó lo de la supervivencia del más apto. Cualquier inútil llega a viejo.
Esta situación llevada al extremo se puede ver en la película Idiocracy. Es la historia de un hombre mediocre que se despierta 500 años después en una sociedad tan estupidizada por la tecnología que él se convierte en un genio.
¿A que viene todo esto?
Soy muy corto de vista y uso anteojos desde los seis años. En el año 1977 eso significaba unos cristales tan gruesos que seguro resistirían el impacto de algo que no fuera una bala de cañon, el peso lo hubieran convertido en un arma arrojadiza mortal y si levantar pesas con la nariz hubiera sido un deporte olímpico estaría lleno de medallas de oro. Pero duraban años.
Treinta y nueve años después la graduación bajo notablemente, los nuevos materiales redujeron el grosor y el peso y el tiempo de entrega se redujo de quince a dos días ¿Un mundo ideal? No.
Porque no hay marco que aguante. Probé pvc, titanio, metal. Consulté ópticos al tanto de los últimos adelantos y con medio siglo de experiencia. No hay caso, al mes hay que llevarlos a arreglar (si tengo suerte) o pegarlos con resina epoxi.
Y esto no pasa solo con los anteojos; sillas, zapatos, heladeras, encuadernación de libros. Parece que perdimos la capacidad de hacer cosas de calidad.
Fuente: planetaddiego
