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El 14 de octubre de 2025 marcará el final del soporte oficial para Windows 10, dejando a millones de equipos fuera de la cobertura de actualizaciones de seguridad.

Microsoft plantea como solución el paso a Windows 11 o la compra de un PC Copilot+, descartando extender el ciclo de vida de computadoras que aún funcionan perfectamente.

Este escenario es un claro ejemplo de la obsolescencia programada, una práctica que obliga a reemplazar dispositivos que todavía son útiles, aumentando el consumo tecnológico y la huella de carbono.

Un desarrollador contra la corriente

En contraste, la comunidad del software libre demuestra otra filosofía. Timur Kristóf, desarrollador que colabora con Valve en la pila gráfica de Linux, ha logrado mantener en funcionamiento una GPU Radeon HD 7000 lanzada en 2012, es decir, con 13 años de antigüedad.

Kristóf ha creado parches de mantenimiento que corrigen fallos concretos en estas gráficas Southern Islands, como:

  • Parpadeos en monitores 4K a 60 Hz.
  • Cuelgues aleatorios al combinar la GPU con procesadores modernos por la gestión energética ASPM.
  • Ajustes en divisores PLL para mejorar la estabilidad del sistema.

La ventaja del código abierto

El caso de Kristóf es un recordatorio de uno de los mayores beneficios del ecosistema de código abierto:

  • Soporte extendido más allá de lo que ofrecen los fabricantes.
  • Posibilidad de que la comunidad mantenga vivo el hardware abandonado por la industria.
  • Una alternativa al ciclo de “usar y tirar” que domina en el mercado tecnológico.

Gracias a este esfuerzo, los usuarios de Linux pueden seguir utilizando hardware veterano sin quedar expuestos a vulnerabilidades ni obligados a gastar en nuevas máquinas.

Un contraste con Microsoft

Mientras un solo desarrollador es capaz de mantener en pie un dispositivo de más de una década, Microsoft empuja a sus usuarios a abandonar Windows 10 o pagar por soporte extendido (ESU). La diferencia es clara:

  • Windows 10: los equipos sin soporte quedan obsoletos y en riesgo.
  • Linux: con la ayuda de la comunidad, el hardware sigue funcional, seguro y actualizado.

Esto no solo es un tema de costos para los usuarios, sino también un debate ambiental y ético: ¿vale la pena desechar computadoras aún útiles en lugar de mantenerlas operativas?

Conclusión: la tecnología que se resiste a ser olvidada

La historia de Timur Kristóf y la Radeon HD 7000 es una muestra de que la tecnología más valiosa no siempre es la más nueva, sino la que logra resistir al abandono.

En un mundo donde gigantes como Microsoft deciden cuándo un sistema operativo muere, la comunidad de Linux y del código abierto nos recuerda que siempre hay otra opción: darle más vida al hardware y más libertad al usuario.

 

Fuente: somoslibres

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