Durante mucho tiempo fui usuario de Windows, pero en mi transición al mundo de Linux encontré en Fedora KDE Plasma un sistema estable y atractivo.
Lo que más me convenció fue el entorno de escritorio KDE, que ofrecía fluidez, personalización y una experiencia moderna.
Lo que no sabía es que el propio equipo detrás de KDE estaba desarrollando su propia distribución oficial: KDE Linux. Intrigado, decidí probarla en un portátil antiguo… y la experiencia me sorprendió gratamente.
KDE Linux es puro KDE — y eso es perfecto
La experiencia al instalar KDE Linux es muy similar a cualquier otra distro con este entorno: se crea un USB booteable, se sigue el asistente de instalación, se reinicia el equipo y, desde el inicio, todo luce y funciona como KDE Plasma debería.
La gran diferencia es que aquí KDE no es un complemento, sino el corazón del sistema operativo. Esto significa que la interfaz que me enamoró en Fedora ahora es la esencia misma de la distribución.
Ligero y eficiente: ideal para hardware modesto
Instalé KDE Linux en un portátil de 2018 con un procesador Intel i3-7100U y 4 GB de RAM. Antes de ello, tenía Windows 11, y el equipo apenas podía con él: los ventiladores se disparaban incluso en reposo y el sistema se sentía torpe y lento.
Con KDE Linux, la historia cambió por completo:
- El portátil dejó de sobrecalentarse en tareas básicas.
- El sistema operativo corría fluido y ligero, aprovechando mejor los recursos.
- Aunque las limitaciones de hardware siguen presentes, el equipo se convirtió en una estación de trabajo estable y usable.
Esto confirma que KDE Linux está optimizado incluso para equipos antiguos o modestos, algo que muchos usuarios agradecerán.
Un proyecto en desarrollo: no para todos todavía
Hay que tener en cuenta que KDE Linux aún está en una fase temprana. Entre sus limitaciones actuales destacan:
- La instalación manual de particiones no funciona.
- Cada actualización descarga el sistema completo en lugar de parches.
- Algunas funciones básicas dependen aún de Flathub.
Además, viniendo de Fedora, tuve que adaptarme a que algunos comandos tradicionales no funcionaran aquí, lo que deja claro que no es una simple variante de Fedora, sino un proyecto independiente.
Un futuro prometedor para KDE Linux
A pesar de sus limitaciones actuales, KDE Linux me dejó una impresión muy positiva. La distro ya muestra todo el potencial de lo que podría ser un sistema operativo centrado 100% en KDE, con ligereza, estética moderna y gran capacidad de personalización.
Por ahora, la mantendré en mi portátil secundario para seguir de cerca su evolución. Y, si el equipo KDE continúa mejorando e incorporando funciones clave, podría reemplazar a Fedora KDE Plasma como mi distro principal.
KDE Linux es una apuesta arriesgada pero emocionante. Aunque todavía se encuentra en fase de construcción, su enfoque puro en el ecosistema KDE lo convierte en una propuesta única para los usuarios que valoran rendimiento, diseño y consistencia.
Si todo avanza como parece, es posible que pronto veamos a KDE Linux consolidarse como una de las distribuciones más atractivas del 2025.
Fuente: somoslibres