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Pero que nadie se asuste, porque seguramente tengamos Linus para rato. Ha sido en una entrevista para Bloomberg en la que el creador de Linux se ha marcado algunos comentarios muy suyos y que pasamos a desgranar aquí, porque tienen su interés.

Y no somos morbosos. La entrevista comienza tal cual: “no hay un plan de acción concreto si muero“, dice el finlandés. “Pero hubiera sido un problema importante hace diez o quince años. La gente hubiera entrado en pánico. Ahora creo que lo resolverían en un par de meses“, añade.

Hay que entender que la cuestión no es baladí. Linus Torvalds no es el presidente de una empresa al uso, sino el creador de una tecnología que de la nada ha llegado al todo y cuya relevancia es inevitable, siga existiendo quien le dio vida o no. A diferencia de grandes empresas y productos, Torvalds está al frente del proyecto con estatus de rey feudal.

Sin embargo, al contrario que los reyes, Torvalds se ha ganado su sitio a pulso y no solo por ser el padre de la criatura. Su gestión al más alto nivel ha sido clave para el triunfo de Linux. Todavía se encierra una semana en casa, donde trabaja, con cada nuevo lanzamiento. “Avergüenzo a mis hijas“, comenta. “Aparezco en la cocina en bata y sus amigas se preguntarán qué clase de holgazán es su padre“.

Las apariencias engañan. Aunque ahora la roca del desarrollo es Greg Kroah-Hartman, otro gurú del kernel muy conocido, posible sucesor de Torvalds y último filtro antes de que los cambios de la próxima versión le lleguen al jefe, Linus continúa evaluando hasta 30 propuestas diarias cuando se acerca la fecha de lanzamiento, para lo cual ocupa entre 10 y 25 minutos por pieza; no todo el mundo está capacitado para eso.

Aun así, Torvalds considera que todo estaría bien si él muriera. “El asunto técnico en estos días es menor“, dice. “Se trata más de ser de confianza y estar disponible. Greg es el obvio número dos. Él podría llevarlo adelante, y también hay otro par de personas“, concluye.

No parece probable que vaya a suceder pronto ese relevo. Linus Torvalds tiene 45 años y a pesar de no ser el tipo más atlético… No entraremos ahí. La cuestión es que su trabajo le gusta, todavía tiene aspiraciones y aunque cada vez se toma más concesiones, como retrasar un lanzamiento porque está de vacaciones -lo que ha pasado con el kernel 4.1-, “el tiempo no se detiene” y lo tiene claro.

Entre el “cuando muera” y el “me paseo en bata por casa” hubo tiempo para los chascarrillos clásicos, faltaría más, como el de su explosivo carácter o el de su visión del software libre u Open Source, y con esas declaraciones nos despedimos, que como siempre tienen “chispa”: “No abres la fuente del código porque sea lo correcto; es porque permite realizar un mejor trabajo. Creo que la gente que piensa que el software abierto es anticapitalista es algo ingenua y estúpida“, sentencia.

 

Fuente: muylinux

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