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El fin del soporte oficial de Windows 10 amenaza con generar una ola sin precedentes de desechos electrónicos, con hasta 400 millones de computadoras potencialmente condenadas a la obsolescencia.

La falta de compatibilidad con Windows 11 forzará a usuarios, empresas y gobiernos a reemplazar equipos funcionales, incrementando el impacto ambiental y las emisiones de carbono. Diversas organizaciones exigen a Microsoft extender el soporte del sistema operativo para evitar un desastre ecológico.

El adiós a Windows 10 y el inicio de un problema ambiental

Desde el 14 de octubre de 2025, Microsoft ha finalizado oficialmente el soporte para Windows 10, un sistema operativo que acompañó a millones de usuarios durante más de una década.
La medida marca un hito tecnológico, pero también una amenaza ambiental sin precedentes: millones de equipos quedarán sin soporte, impulsando una ola masiva de residuos electrónicos en todo el mundo.

De acuerdo con un informe de 404 Media, cerca de 400 millones de computadoras —alrededor del 42 % de los PC activos con Windows— no podrán actualizarse a Windows 11 debido a los altos requisitos de hardware.

“Hay millones de computadoras que acabarán en la basura. Es un desastre”,
advierte Nathan Proctor, director de la Campaña por el Derecho a Reparar del Public Interest Research Group (PIRG).

El impacto de la obsolescencia programada

Microsoft ha confirmado que ya no ofrecerá actualizaciones ni soporte técnico gratuito para Windows 10, recomendando a los usuarios “actualizarse a Windows 11”.
El problema radica en que gran parte del hardware existente no cumple los requisitos mínimos, como el chip TPM 2.0 o procesadores modernos.

Esto afecta principalmente a instituciones públicas, escuelas y organizaciones sin fines de lucro, que no pueden permitirse reemplazar todos sus equipos.
El resultado: millones de dispositivos funcionales serán desechados, contribuyendo al aumento de los residuos tecnológicos y las emisiones de carbono generadas por la fabricación de nuevos productos.

El fenómeno representa un caso claro de obsolescencia programada, en el que una decisión corporativa fuerza la sustitución masiva de equipos aún operativos.

“Más del 40 % de los usuarios de Windows siguen utilizándolo.
No se puede declarar obsoleto un producto que aún usan millones de personas”,
subraya Proctor.

Consecuencias ambientales: más desechos, más emisiones

El impacto ecológico de esta transición será enorme.
La fabricación de nuevos ordenadores conlleva la extracción de metales raros, el consumo de energía industrial y la emisión de gases de efecto invernadero.
Según estimaciones, los desechos electrónicos producidos por el fin de Windows 10 podrían superar las 50 millones de toneladas anuales que ya se generan en el mundo.

Además, la eliminación inadecuada de equipos viejos expone el medio ambiente a sustancias tóxicas como plomo, mercurio y cadmio, afectando directamente los suelos y fuentes de agua.

¿Qué alternativas tienen los usuarios de Windows 10?

Aunque el sistema seguirá funcionando, su uso sin soporte implica mayores riesgos de seguridad frente a virus, ransomware y otras amenazas cibernéticas.
Sin embargo, hay alternativas sostenibles:

  1. 🔄 Instalar Linux:
    Distribuciones ligeras como Zorin OS, Linux Mint o Ubuntu MATE permiten dar nueva vida a equipos antiguos sin necesidad de cambiar hardware.
  2. 🧩 Usar el soporte extendido gratuito (ESU):
    Microsoft ha lanzado una extensión temporal para usuarios europeos, válida hasta octubre de 2026.
  3. 🛠️ Reutilización o donación:
    Los equipos que aún funcionan pueden ser donados a instituciones educativas o proyectos sociales.
  4. 🌍 Apoyar el movimiento “Derecho a Reparar”:
    Promueve que los fabricantes extiendan el ciclo de vida de los dispositivos y faciliten la reparación en lugar del reemplazo.

Una petición global: ampliar el soporte de Windows 10

Ante el posible desastre ambiental, la organización PIRG ha lanzado una campaña internacional para exigir a Microsoft la extensión del soporte de Windows 10, al menos por dos años más.

El objetivo es evitar el colapso ecológico que supondría el desecho masivo de computadoras.
Proctor recuerda el precedente de Google, que en 2023 amplió el soporte de Chromebooks a 10 años tras las protestas de grupos defensores del derecho a reparar.

“Lo que hizo Google con los Chromebooks me da esperanza.
Podemos convencer a Microsoft de hacer lo mismo con Windows 10”,
concluyó el activista.

El fin del soporte de Windows 10 no es solo un evento tecnológico: es un problema ambiental y social.
La decisión de Microsoft podría aumentar drásticamente los residuos electrónicos, acelerar la crisis climática y afectar a millones de usuarios que aún dependen de equipos funcionales.

La solución no pasa solo por comprar nuevos dispositivos, sino por repensar la sostenibilidad tecnológica, apostar por sistemas abiertos como Linux y exigir a las grandes compañías una responsabilidad real con el planeta.

 

Fuente: somoslibres

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