Después de casi dos meses con la nueva versión de Ubuntu tengo dos noticias, una buena y una mala. Y ambas son la misma noticia: que no hay muchas noticias. O al menos eso es lo que se viene diciendo.

De hecho, me entretuve más leyendo las reseñas que le pegaban con un palo así de grande al nuevo Ubuntu que usando el sistema. La migración fue sencilla, rápida y sin novedad.

Por eso quiero poner esto de entrada bien claro: el nuevo Ubuntu me gustó mucho. Lo instalé en cuanto salió y desde entonces lo he venido usando sin problemas y casi a diario en una veterana notebook Dell. Es más de lo que me ha pasado con otras versiones de éste y otros Linux y, por cierto, con Windows 8, con el que todavía estoy tratando de orientarme, debido a su doble personalidad PC/tablet.

(Hace poco, un amigo me pidió ayuda por teléfono con su Windows 8. Me encontraba lejos de un equipo con ese sistema y, al revés de lo que me ocurriría con Windows 95, 98, NT, 2000, XP, Linux, iPhone o Android, cuyas opciones me conozco de memoria, me vi en figurillas para guiarlo.)

Ahora, ¿por qué le han pegado tanto al 13.04? En parte porque la pretensión de Canonical, la empresa detrás de Ubuntu, es que por tratarse de una edición sin soporte de largo plazo, la 13.04 introdujera características experimentales; esto claramente no ocurrió.

Había problemas más urgentes por resolver, y es exactamente lo que hicieron. Aparte de que Unity es muy polémico y resistido (sigue sin convencerme, ya lo he dicho), la edición anterior (la 12.10) no era ágil y consumía demasiada memoria.

El principal cambio en esta edición es, pues, que usa mucha menos memoria y anda notablemente más rápido. Es más de lo que algunos sistemas comerciales ofrecen después de años de desarrollo.

Además, cuando Canonical se apartó de la interfaz convencional tipo Windows XP e inventó Unity, que es el primer replanteo serio y creativo de la metáfora de Escritorio desde la Mac de 1984 y el NextSTEP de 1989, le llovieron las críticas. ¿En qué quedamos?

QUÉ ASTUTOS

El nuevo Ubuntu lleva el número 13.04 (porque salió en abril de 2013) y su nombre clave es Raring Ringtail, que podría traducirse como rintel ansioso o, más probablemente, rintel astuto; el rintel -Bassariscus astutus- es un tipo de mapache que vive en Estados Unidos y México. No me preguntes qué consumen los chicos de Canonical para imaginar estos nombres porque lo ignoro. En todo caso, me encantan. La norma es usar sólo el adjetivo del nombre clave; por lo tanto, 13.04 es también conocido como Raring a secas.

EXPERIENCIA DE BATALLA

Así que, fuera de la lista de características nuevas que podés leer aquí ( https://wiki.ubuntu.com/RaringRingtail/ReleaseNotes#New_features_in_13.04 ), no, no vas a encontrarte con nada que te haga ponerte de pie y ovacionar. Pero es la versión más amigable y estética de Ubuntu hasta ahora y, por primera vez, puedo decir que una computadora con Linux es más fácil de manejar que una con Windows. Si esto no es una característica revolucionaria para el universo Linux, no sé qué es.

Cuando se critica a la 13.04 por su falta de nuevas características se olvida que hasta ahora el público sin formación técnica siempre encontró más sencillo de usar un Windows que un Linux. Este equilibrio ha cambiado: comparados uno al lado del otro, Ubuntu 13.04 es más intuitivo que Windows 8.

Las razones de este cambio son profundas y complejas.

Apple, Microsoft y Canonical, entre otros, están lidiando con el mismo nudo gordiano: cómo adaptarse a un mundo tecno cada vez más móvil y táctil, pero sin dejar atrás la computadora personal, que, digan lo que digan, sigue siendo indispensable. Las soluciones varían en tono y eficiencia.

Por ejemplo, con Windows 8, se tomó la decisión de eliminar el botón Inicio, y eso confundió a medio mundo. Me gusta la estética y velocidad de la interfaz Metro, pero es más complicada que la de Windows 7, que de por sí es más complicada que la de XP. Y sufre de doble personalidad. Por oposición, Windows Phone es un acierto notable de parte de Microsoft.

En el otro rincón está Apple, cuyo aporte, a mi juicio inmenso, ha sido y sigue siendo el de convertir la complejidad informática en algo bello, placentero y amigable. Sus soluciones resultan impecables en un nivel de detalle y preciosismo inimaginable en Windows o Linux. En el terreno de la experiencia de usuario Apple es imbatible, y supongo que lo seguirá siendo. Táctil o con mouse, lo aprendés a manejar en un pestañeo, y su consistencia de diseño es lo más perfecto que se puede comprar. Por algo no se ha metido (todavía) en el barrizal de la unificación. Sus computadoras y notebooks usan Mac OS X, mientras que iPhone, iPod, iPad y el Apple TV emplean iOS. Subrayo: todavía. Si Apple, que sabe más que nadie de experiencia de usuario, es cauto, por algo es.

Linux siempre llegaba último en la carrera por la interfaz y los métodos simples e intuitivos. Su potencia, en manos expertas, era y sigue siendo incomparable, pero la experiencia de usuario podía ser desde muy loca hasta razonablemente normal. Encima, de pronto, todo se volvió móvil y táctil.

Canonical cortó el nudo gordiano de las tablets y smartphones con Unity. A los veteranos de Linux no nos gusta, ya sé, es menos configurable, cierto, pero cualquier persona, aunque no sepa nada de computación, entiende esta interfaz en un segundo y no se ve asediada por las 400 millones de opciones que los geeks veneramos.

Y sigue siendo un Linux; es decir, a diferencia de lo que ocurre con los productos de Apple o Microsoft, si no te gusta esa fachada, podés instalarle otra. Mi preferida es Mate, del argentino Germán Perugorría, a quien entrevisté aquí.

Dejando de lado estas preferencias personales, lo que está haciendo Canonical es unificar las interfaces para TV, móviles con pantalla táctil, notebooks y PC. Su solución es simple y clara. En los smartphones todavía está verde, pero hay que reconocerle que su diseño, métodos y metáforas son claros y consistentes. De cierta forma está emprendiendo una unificación que Apple todavía tiene por delante y que Microsoft apresuró con Windows 8. Es decir, pese a las críticas, muchas justificadas, Canonical está peleando la mayor batalla en la experiencia de usuario en 20 años, y en algunos casos lo está haciendo mejor que los gigantes.

 

Fuente: La Nación | somoslibres

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