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Cuando hablamos de instalar una distribución Linux en nuestro ordenador, una de las primeras que se nos viene a la mente es Ubuntu. Esta es una de las distribuciones Linux más conocidas que podemos encontrar en la red. Este sistema operativo, desarrollado por Canonical, permite a los usuarios encontrarse con un sistema que ofrece un equilibrio entre facilidad de uso y la famosa filosofía Linux. Sin embargo, aunque es la más conocida y utilizada, y es la que se suele recomendar más a menudo para todo tipo de usuarios, no es, ni de lejos, la mejor.

Ubuntu, durante muchos años, ha sido la puerta de entrada al mundo de Linux, no podemos negarlo. Linux siempre se ha considerado «un sistema operativo difícil» debido a que, mientras que los usuarios de macOS y Windows están acostumbrados a usar una interfaz gráfica, muchas de las tareas de este sistema se realizaban desde terminal. La distribución de Canonical fue una de las primeras, de muchas, que rompió con este tópico. Ubuntu no es más difícil de usar que Windows o macOS. Aunque es diferente, y, por tanto, es necesario hacernos a él.

Pero su popularidad ha hecho que Canonical se haya confiado en exceso. Y no solo eso, sino que se ha aprovechado a menudo de su posición dominante para llevar a cabo prácticas poco éticas, que nada tienen que ver con la filosofía Linux. Y esto ha hecho que Ubuntu pierda el título de «mejor distribución Linux», pudiendo encontrar ahora mismo otras alternativas excelentes, superiores en todos los sentidos, mucho más fieles a lo que es Linux.

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9 meses de soporte para cada versión de Ubuntu

Windows 10 y Ubuntu se actualizan igual, dos veces al año. Pero hay una gran diferencia entre ambos sistemas operativos. Mientras que cada versión de Windows 1o cuenta con 18 meses de soporte, las versiones de Ubuntu solo tienen 9 meses. Esto significa que los usuarios que decidan actualizar tendrán que pasar por todas ellas. No podrán actualizar, por ejemplo, una vez al año porque se quedarán sin actualizaciones, ni de mantenimiento ni de seguridad. Y eso es peligroso.

Es cierto que Ubuntu, cada dos años, suele lanzar una versión de soporte extendido, LTS, que nos permite quedarnos en ella durante 5 años con actualizaciones y soporte. Si vamos a usar Ubuntu, desde luego debemos apostar por la LTS. Pero esto nos obliga a estar dos años (o más) sin actualizar el ordenador, no pudiendo disfrutar de las novedades y mejoras en las que trabaja la compañía.

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El modelo de actualizaciones de Canonical está obsoleto. Las mejores distribuciones Linux (Arch, por ejemplo) usan un sistema de actualizaciones Rolling Release, gracias al cual pueden estar siempre a la última sin tener que cambiar de versión. Pero, por algún motivo que se desconoce, Canonical prefiere que Ubuntu utilice un sistema de actualizaciones arcaico basado en versiones.

Canonical te obliga a «pasar por su aro»

Uno de los principios de Linux es la libertad. Cada usuario debería tener el control sobre el sistema y usarlo como quiera sin que nadie le impusiera ninguna obligación. Sin embargo, Canonical se ha pasado de la raya en varias ocasiones en este sentido.

En el pasado, la compañía incluyó junto al sistema operativo aplicaciones publicitarias con las que la compañía obtenía ingresos. Esto, por suerte, es parte del pasado. Sin embargo, recientemente la compañía lo ha vuelto a hacer, y ha empezado a «obligar» a los usuarios a usar los paquetes Snap al instalar determinados programas en el sistema, como Chromium.

Esto no solo ha hecho que muchos usuarios se enfaden, sino que incluso otros desarrolladores, como los responsables de Linux Mint, han criticado a Canonical dicha decisión y han optado por no permitir la instalación de los paquetes Snap en sus distribuciones. Aunque, por supuesto, los usuarios pueden activar dicha posibilidad.

Nunca tendrás el último Kernel

Jamás verás una versión de Ubuntu con el último Kernel Linux. Si este sistema operativo fuera Rolling Release, entonces sí podríamos tenerlo. Pero dado el modelo de desarrollo del sistema de Canonical, siempre estaremos una o dos versiones por detrás de la última versión de Linux. Y si usamos una LTS, entonces acabaremos usando una versión de hace dos, tres o más años del núcleo.

En un principio, como las LTS de Ubuntu suelen usar las versiones de soporte extendido, no suele haber problemas de seguridad. Sin embargo, estaremos perdiendo optimizaciones y mejoras en el soporte del hardware más nuevo. Desde luego, estaremos lejos de usar un «buen Linux».

Podemos instalar la última versión del Kernel Linux a mano, ya sea por comandos o a través de programas como Ukku. Pero estas versiones no estarán modificadas y optimizadas para funcionar en Ubuntu, ni tampoco recibirán su soporte. Estamos perdiendo lo poco bueno que tiene esta distro si optamos por esta opción.

Ubuntu está en tierra de nadie

Ubuntu no es el Linux más ligero y minimalista que podemos encontrar. Tampoco es el Linux más fácil pensado para facilitar la transición a los usuarios de Windows. Ni el óptimo para jugar. Su comunidad de ayuda deja, a veces, bastante que desear. Y tampoco es el que mejor rendimiento ofrece ni viene con una mayor cantidad de software. Entonces, ¿en qué punto queda Ubuntu? ¿Qué le hace destacar, hoy en día, sobre cualquier otra distribución?

Ubuntu puede ser «el punto medio», el equilibrio entre todas las demás, y entre todas sus características. Pero, hoy en día, no destaca sobre ninguna más que por su renombre y por ser la más conocida.

 

Fuente: softzone

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