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Ya lo dije recientemente, cuanto más me insulten cuando hablo (mal, porque bien no puedo hablar) de Windows más meteré el dedo en la llaga. Así que seguid, porque estáis consiguiendo dejar vuestro suicida sistema operativo más en evidencia. Windows es malo pero sus esclavos sois peores porque padecéis del Síndrome de Estocolmo. Y es que después de teneros secuestrados, alabáis al delincuente e incluso veis bonito el color de sus heces.

Tengo un vecino que le gusta mucho beber. Tal es la cosa que la semana pasada lo vi dormido en un banco de un parque no muy lejos de nuestra calle. Dormía la borrachera, claro. Esta mañana fui a tomar café y allí estaba Juan. Tenía su café y al lado, una copa de anís. Sin preguntarle nada, Juan me explicó que llevaba unos días sin beber, que lo llevaba muy bien y que iba a cambiar de rutina. No sabía que decir porque mi mente se debatía entre decirle lo que pensaba o del tirón callarme porque al fin y al cabo es su vida. No obstante le pregunté que si había dejado el alcohol, ¿cómo tenía una copa de anís al lado?. Según él, era sólo una copa, que es la única que se tomaba al día, una por la mañana con el café. ¿Pero sabéis que pasa? Desgraciadamente en mi juventud tuve un problema similar con el alcohol y conozco muy bien y de primera mano lo complicado que es el tema. Yo decía que no tenía ningún problema, que el problema lo tenía el mundo. Al final se destrozó una etapa importante de mi vida.

Yo iba con mi perrillo, y dejé a Juan en el bar. Seguí paseando por las manzanas de alrededor y media hora más tarde volví a ver a Juan en otro bar, ya sin café y con otra copa de licor. Por supuesto que seguí mi camino y no era mi pretensión decirle más nada porque en un momento dado me podía decir, con razón, que con su vida hace lo que le de la gana. Hace un rato lo he visto pasar para su casa y se tambaleaba.

Vamos a ver, un adicto al alcohol es un esclavo de ese vicio, y absolutamente todos los alcohólicos niegan ser drogadictos y dicen que pueden dejar de beber y hacer su vida sin el alcohol cuando quieran. Pero no pueden dejarlo y muchos no quieren. Por ello no me extrañó de ver a Juan continuar bebiendo porque, para empezar, si decides dejar de beber, no tomarías ni una copa.  Eso de “sólo bebo una” es un cuento muy trillado. Es muy raro que un alcohólico reconozca serlo.

Y bien, ¿que tiene que ver esto con Windows? Mucho. El usuario de Windows se siente atraído por una interfaz atractiva con software bastante conocido y popular, y cae en sus redes. Primero contraes una licencia que te dice que jamás serás el dueño de tu sistema operativo. Que lo puedes usar, claro, pero por un periodo de tiempo, tras el cual tienes que volver a pagar para poder seguir usándolo. Tampoco puedes cambiar nada del sistema porque no tienes permiso. Cuando aceptas la licencia de Windows o de Mac OS te conviertes directamente en esclavo de esas empresas, Microsoft y Apple.

Probablemente niegues ser esclavo porque usas Windows porque quieres, igual que Juan y lo puedes dejar en cualquier momento, pero no lo haces, al igual que mi vecino Juan. Windows, como el alcohol, tiene golosinas en forma de juegos, que son el tipo de droga que te ata a tu esclavitud. Mírate, esclavo. Frente al espejo verás a un tipo que firma su condena y se convierte en vasallo de Microsoft. ¿Me vas a decir que eres libre de usar Windows? Venga. Eso es como decir que te sientes libre dentro de una celda en prisión. Pero de cualquier forma en la celda podrás jugar, que es lo que más te importa, y como intentes salir, los carceleros te advertirán que fuera de la celda no hay juegos, que eres libre, pero la libertad es peligrosa y Microsoft cuidará de ti en prisión. Te traerá un plato rebosante de inmundicias y le darás las gracias por cuidarte, pero te han metido otro gol.

Mi conciencia le dijo a Juan que no siguiera bebiendo porque está encadenado a algo terrible. Mi conciencia le dice a los usuarios de Windows que si piensan seguir siendo esclavos, allá ellos. Yo les he avisado de que están con algo que es aborrecible, un sistema privativo que coarta la libertad y te encadena a sus deseos. Ahora debes debatir en tu interior si tienes la valentía de reconocer que eres un esclavo, si niegas ser esclavo desde las rejas o quieres salir al campo y abrazar un nuevo mundo. Ya sabes cómo se llaman las llaves de las esposas: GNU/Linux.

 

Fuente: maslinux

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