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El Ayuntamiento de Munich ha formalizado en pleno lo tantas veces anunciado: el final del proyecto LiMux y la migración de sus estructuras digitales hacia soluciones de Microsoft.

Hablamos de una migración total a Windows 10 y Microsoft Office (se empezaría en 2020, completándose en 2022) que afectaría a unos 18 500 ordenadores con Linux y 10 700 equipos que actualmente ejecutan versiones antiguas de Windows (XP/7).

Una reorganización del departamento IT de la ciudad, de la que ya se empiezan a conocer sus costes; estimándose un desembolso de 89 millones de euros para los próximos 6 años.

De esa cantidad, 49.3 millones de euros se emplearan en la creación de un cliente de trabajo con Windows, 36.8 M€ en la implementación de otros proyectos y 3.1 M€ irán a pruebas y formación de personal.

Observando con más detenimiento algunas cifras y apartados, vemos que están presupuestados 29 millones de euros para la compra de licencias (Microsoft Windows, Microsoft Office, programas comerciales para la gestión de identidades y entornos de virtualización), 24 M€ para consultorías externas, 14 M€ para costes de personal, 13.4 M€ para diversos servicios IT y tan solo 4.8 M€ en nuevo hardware.

En esa modernización de la infraestructura IT, ya no tiene sitio LiMux, a pesar de recomendaciones en informes previos:

Desde el auditor se consideró como una medida técnica para actualizar e incrementar el rendimiento IT, la reconstrucción completa de un potente cliente de escritorio con Windows, incluyendo la infraestructura asociada recomendada.

Este poderoso cliente Windows debería ser el primer paso para también modernizar el cliente LiMux, de tal manera que los usuarios pudieran elegir el cliente más adecuado para ellos.

Sin embargo, la opinión establecida es que a largo plazo una yuxtaposición de dos sistemas operativos de clientes diferentes, incluida la infraestructura asociada no tiene sentido económico.

Señalar que los costes de migración que hemos mencionado, podrían ser pronto superados por la compra de licencia adicionales para Microsoft Office (al margen de las 6000 ya adquiridas a modo de prueba, para evaluar como se desempeñan con macros y formularios existentes) e inversiones de mayor calado en la virtualización de sistemas.

Veremos si ese plazo de dos años para completar la migración es suficiente –con Linux tardaron bastante más— para realizar todos eses cambios, sin sumir a la administración local en un pequeño caos.

El adiós al pingüino supone la perdida de conocimientos adquiridos respecto al software libre, la dependencia de tecnologías ajenas y una dudosa rentabilidad económica. En definitiva encadenarse a Windows, ese ir a full con Microsoft (never go full Microsoft, man) que tantas veces hemos criticado.

 

Imagen: Diego Cambiaso (CC BY-SA 2.0)

Fuente: munich

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