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Si todo va bien, a las 16:31 GMT de hoy despegará desde Cavo Cañaveral, un cohete Falcon 9 de SpaceX. Su destino: la Estación Espacial Internacional (ISS). Y lo hará con el Spaceborn Computer de HPE en sus bodegas, un superordenador impulsado por Linux.

Será la primera supercomputadora en el espacio y durante un año intentará sobrevivir a las condiciones del mismo, sin ningún tipo de modificación especial, más allá del software.

Tradicionalmente todo el hardware que se envía al espacio es previamente “endurecido” y certificado, para hacer más resistentes sus componentes electrónicos a las radiaciones ionizantes y los cambios de temperatura.

Eso tiene un coste económico y de tiempo de investigación para proteger los circuitos y añadir redundancia. También de rendimiento, impidiendo el uso de equipos y tecnologías más modernas.

Hardware seguro pero obsoleto, como el que utiliza la propia ISS, con procesadores de 1988 (20MHz Intel 80386SX CPUs) en sus computadoras MDM (multiplexer-demultiplexer) del centro de mando y control.

O la sonda New Horizons lanzada en 2006, y ahora navegando más allá de Plutón, con el mismo chip que la primera PlayStation (1994).

Quizás eso no es tan importante con la ISS orbitando la tierra, pero en futuros viajes a Marte, cosas como la latencia en las comunicaciones o una mayor capacidad de procesamiento serán fundamentales.

Mientras que la apuesta de la NASA a medio plazo (2020) es la arquitectura ARM A53, actualmente el hardware más moderno que puede ser encontrado en la estación internacional, son unos portátiles ThinkPad T61 ejecutando Debian, Scientific Linux y Windows 7.

Próximamente serán reemplazados por ordenadores HP ZBook 15 con las mismas distros GNU/Linux y Windows 10. Son portátiles de usar y tirar, no especialmente potentes para realizar experimentos científicos.

El Spaceborne Computer por tanto no cambia casi nada en el hardware respecto a un modelo comercial. Se trata de un COTS (Commercial Off-The-Shelf) Apollo Server, con procesadores Intel Broadwell, 1 TeraFlop de potencia de cálculo, conexión 56 Gigabit (mediante fibra óptica frente al tradicional cable de cobre utilizado en el espacio), y 8 unidades SSD (la mitad de 120 GB y el resto de 240 GB). Las únicas modificaciones se dan en el modo de refrigeración (en vez del tradicional por aire, utilizará agua) y además precisa un adaptador al sistema de voltaje de la ISS.

En este caso el desafío a los inconvenientes de la navegación espacial, vienen exclusivamente por parte del software. Se trata del sistema operativo Red Hat Enterprise Linux 6.8 en una versión estándar. Durante los próximos 12 meses se llevaran a cabo diversos experimentos que permitirán detectar errores o probar su rendimiento en condiciones de trabajo adversas. Eso facilitará la toma de decisiones necesarias, para mejorar esa protección por software.

Después de eso, si Spaceborne Computer consigue sobrevivir será desconectado (o no).

 

Fuente: HPE | lamiradadelreplicante

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