Antes de comenzar, quisiera comentar que acabo de estrenar cuenta en Twitter para que podáis comunicaros por si tenéis alguna sugerencia. Además es probable que vaya escribiendo sobre información que vaya encontrando a medida que prepare los artículos. ¿Qué opináis? Ahora, empecemos.

Por lo general, cuando se saca el tema de las distribuciones nuevas de GNU/Linux, es relativamente común encontrarse con comentarios sobre el exceso de éstas y que todo termina tan dividido que, al final, termina siendo perjudicial. Para ser sincero, personalmente, no estoy ni de acuerdo ni en desacuerdo; sin embargo, quisiera investigar un poco sobre el tema y llevaros a una conclusión que, probablemente, sea mixta.

Partiendo por lo primero, allá por el año 1991 aparecía el famoso mensaje de Linus Torvalds sobre el lanzamiento de un nuevo kernel llamado Linux. Difícil me sería imaginarme esa época ya que mi primera experiencia con un ordenador sería algo así como diez años después, aún así intentaré hacer el esfuerzo. Un viejo artículo del año 2004, comenta un poco sobre esa época; una época en la cual había que arrancar GNU/Linux (o lo que recién fuera de él) con un disquete pues para hacerlo desde el disco duro habría que ensuciarse las manos, cosa que en esos tiempos no era tan fácil de hacer como ahora pues simplemente no había un documento que explique paso a paso cómo hacerlo. Con el tiempo apareció lo que sería la primera distribución, MCC Interim Linux, que se encargaba de montar un sistema base.

Luego, y salteando un par de distribuciones de su estilo, apareció la primera distribución popular, por así decirlo: SLS. Tiempo más tarde, Patrick Volkerding la había tomado y modificado, creando lo que sería la distribución más vieja que sigue vigente: Slackware. Esta última tomó mas atención luego de que SLS tomó una decisión con los ejecutables no muy aceptada por sus usuarios. Aproximadamente un mes más tarde, aparecería Debian y ya la historia se va tornando más conocida.

En fin, pasaron diez años aproximadamente y, según Distrowatch, hay 302 en lista, aunque, según LWN, hay 660 (lista completa). Tomando como referencia la última lista, debido a que está organizada por categorías, podemos ver que el número de distribuciones líderes es ocho. Éstas son probablemente las que usan la mayoría de los usuarios y a partir de las cuales se suelen formar las nuevas distribuciones. Luego, continúa con una lista de las conocidas. Aquí también hay otras muy populares como Arch Linux, Mint y Mandriva, sumando en total 11 distribuciones. A partir de este total de 19 distribuciones (tal vez excluyendo alguna e agregando otra) tenemos, básicamente, todas las posibilidades. Las demás, salvo algún caso puntual como Sorcerer, dependen de una u otra manera de las primeras, especialmente de Debian, Slackware o Red Hat.

Siguiendo con la lista, las dos categorías siguientes incluyen las distribuciones para propósito general y las destinadas para el público general sin tener una base de usuarios masiva como las primeras. Como ambas son parecidas, vamos a tratarlas como lo mismo. Son en total 131. Tenemos ejemplos como elementary, Chakra, Crunchbang, variantes de Ubuntu, etc. Creo que es aquí donde aparece la controversia. Sería imposible analizar uno por uno todos los casos posibles pero, generalizando, podemos decir que empiezan a aparecer patrones entre este número de sistemas operativos. Por un lado, podemos distinguirlas como las basadas en una distribución mayor; también, podríamos dividirlas en si utilizan GNOME, KDE, XFCE u otro; al mismo tiempo, el tipo de usuario al que apunta según sus conocimientos, sus gustos o aplicaciones disponibles.

A veces me surge una duda: si bien de las últimas distribuciones nombradas se habla de tanto en tanto y hay usuarios fijos, ¿se usan? Siguiendo vagamente las estadísticas de Distrowatch y de LinuxCounter , se hace difícil comparar los resultados pero claramente se ve que las coincidentes diez primeras de ambas son, en su mayoría, de las distribuciones líderes o sino de las conocidas, según la categorización mencionada anteriormente. Entonces, la respuesta de mi pregunta, podría ser no mayoritariamente pues aún algunas logran figurar en los primeros puestos como por ejemplo Mageia aunque por razones lógicas. Aún así, tampoco confío del todo en ninguna de las dos estadísticas: la primera debido a que no cuenta a los usuarios que verdaderamente la utilizan y la segunda por la cantidad de encuestados; aunque muestran la tendencia de lo que podría ser popular o no.

Entonces, ¿por qué hay tantas si sólo importan tan pocas? Siguiendo con el listado de las 131 distribuciones (no incluyen a las líderes ni conocidas ni las destinadas a uso en un país o para cierto propósito muy particular, sólo las generales, recurrid a la lista si no véis mi punto), podemos elegir de cada gusto y color. Técnicamente, es el listado de las distribuciones extra, que están basadas en otra y cambian tan solo un detalle. O en realidad no es tan así. Hay diversos casos pero, por nombrar alguno, puedo mencionar a Crunchbang, el cual, si bien es Debian, facilita el uso de Openbox por defecto. Uno podría instalar dicho gestor de ventanas en el sistema operativo propio pero no siempre se logra que todo encaje a la perfección. El caso mencionado se encarga de que sea así desde el principio. Eventualmente os puede gustar y terminar usándolo como sistema principal. Resulta que parece que a más de uno le ha gustado pues su foro cuenta con más de diez mil usuarios, cifra relativamente significativa teniendo en cuenta que Openbox no es tan popular en los escritorios (o por lo menos en vuestro caso). Entonces, ¿cuál sería la ventaja? ¿Tener un sistema que facilite la instalación de un gestor de ventanas? No. O sí, pero mucho más también. El que un sistema de dichas características tenga un foro que sea activo, resulta en conversaciones técnicas de la configuración de las cosas. En mi experiencia personal, ha sido allí donde he encontrado buena documentación sobre conky, dzen y demás chucherías.

Tomando este ejemplo podemos ver las ventajas en distribuciones con gran público: Arch Linux. Si Crunchbang con sus diez mil usuarios del foro resulta una fuente conveniente de información, ni hablar Arch. Debido a su orientación general y que no está ligada a ningún entorno de escritorio en particular ni paquetes de aplicaciones por defecto, hay extensa información en su wiki sobre cómo configurar el sistema, un gestor de ventanas o algo más complejo como QEMU. Luego, para las cosas puntuales tienen su propio foro, es decir, más información aún.

Por otro lado, también suelen aparecer como simples variantes especificas de proyectos más grandes y complicados. Por nombrar algunas, Chakra y Sabayon como derivadas de Arch y Gentoo respectivamente. Otras reviven viejos tiempos, como SolusOS, de la cual escribí hace un tiempo. Ésta busca volver a GNOME 2 en el escritorio. Lo mismo Manjaro trayendo en un mismo sistema una amplia variedad de entornos populares y no tanto.

Otras, son compilaciones de aplicaciones como Ultimate Edition, la cual es, en esencia, Ubuntu pero con unos cuantos agregados con la premisa de tener un sistema mucho más completo. Esto puede ser conveniente para usuarios noveles recién migrados ya que, casi sin excepción, para ampliar, siempre y cuando sea necesario, la lista de aplicaciones disponibles hay que instalar repositorios; nada extremadamente complicado pero puede desorientar al principio su sólo concepto.

También se da el caso contrario: las que restringen la cantidad de aplicaciones según su objetivo. El ejemplo más claro puede ser gNewSense y Parábola que son distribuciones basadas en Ubuntu y Arch Linux respectivamente que cuentan con paquetes libres únicamente. Ambas están aceptadas por la Free Software Foundation como distribuciones completamente libres.

En fin, podríamos seguir con más y más casos pero la idea al final siempre sigue siendo la misma, la cual es ampliar o adaptar las capacidades de una distribución. Es curioso que exista un número tan grande de sistemas que, al fin y al cabo, comparten las mismas raíces. Sacando todas las capas de aplicaciones gráficas que llevan encima, pueden verse parecidas salvo por algún que otro detalle, ajuste, elección particular de aplicaciones de arranque o algo por el estilo. Sin embargo, es toda la parte superficial lo que se aprecia a simple vista y es lo que se termina utilizando. Si vemos las distribuciones líderes, abarcan sin problemas todas las presentaciones existentes ya sea por defecto o instalándolas posteriormente. Por lo tanto podría parecer que es suficiente.

Aunque nunca es suficiente. Dada la libertad que uno tiene para tomar una distribución y agregarle componentes sin mucha complicación, alienta a usuarios a manifestar sus propias ideas. Supongamos que no me gusta la forma en la funcionan los escritorios tradicionales, puedo programar uno nuevo, armar una distribución a partir de él y, en el mejor de los casos, formar una comunidad que se interese por el nuevo proyecto. Eso, con el tiempo, ha traído nuevas ideas y conceptos que, de otra manera, nunca hubieran existido o se hubieran perdido en el tiempo. Ha sucedido, por ejemplo, con GNOME y KDE cuyas nuevas versiones no han gustado del todo y los usuarios continuaron manteniendo las anteriores, como Mate o Trinity. Igualmente, no todo se centra en estas dos. Hay quienes aún prefieren un gestor de ventanas y nada más. De hecho, son un sustituto viable a los gigantescos entornos de escritorio. Esto lo que ha generado es el desarrollo de aplicaciones livianas que sustituyan las funciones elementales de paneles, íconos de escritorio y demás.

Tampoco podemos de dejar de dar el ejemplo de Ubuntu que ha sido y es una puerta para nuevos usuarios y, con esto, mayor popularidad que, a la vez, trae interés a diferentes sectores, por ejemplo juegos. Si comienzan a aparecer más juegos y más modernos (libres o no), habría más interés en aportar en el funcionamiento de las placas de video, lo que está dando lugar a una plataforma muy interesante para los desarrolladores independientes.

Sin embargo, es evidente que si cada vez que algo no guste se haga un proyecto aparte, producirá una gran fragmentación. Tomemos un caso extremo, digamos que tenemos una distribución que pretende seguir una línea la cual no es del todo aceptada por el 50% de sus usuarios. De ellos, un grupo busca evitar el cambio y abre un fork que resulta ser aceptado por los usuarios disconformes. Entonces, se da que un número de desarrolladores migra a este nuevo proyecto junto con ese porcentaje de usuarios. En conclusión, si este proceso se repite un par de veces a lo largo de un tiempo, tenemos grupos dispersos realizando prácticamente una misma tarea en vez de haber menor cantidad pero más focalizada. Esto es relativo ya que puede resultar, por otro lado, beneficioso con lo que he dicho de producir nuevas ideas. Aún así, si hay que marcar una desventaja, ésta podría serlo.

Cerrando, mi postura sobre la variedad de distribuciones es más bien del lado del usuario, pues eso es lo que soy y diría que este tema no es algo negativo. Es más, ayuda a que aparezcan nuevas ideas y que éstas pueden prosperar, como sucedió con Arch Linux. También, hay distribuciones que uno las ve y piensa que están completamente de más y que no aportan nada más que su existencia. Supongo que habrá alguien que pensará lo contrario de ella, así que mientras le sea de utilidad a alguien, está perfecto. Quisiera leer vuestra opinión en los comentarios, especialmente desde otros puntos de vista…

 

Fuente: muylinux

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